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domingo, 21 de junio de 2009

Comunicación con los adolescentes

“Antes era fácil hablar con mi hijo, pero ahora que tiene 16 años, tanto a mi esposo como a mí nos resulta difícil saber lo que piensa. Se aísla en su habitación y casi nunca habla con nosotros.”
(MÍRIAM, DE MÉXICO)

“Hubo un tiempo en que mis hijos me prestaban toda su atención, sin importar lo que dijera. Lo aceptaban todo. Ahora que son adolescentes, piensan que no sé de lo que estoy hablando.”
(SCOTT, DE AUSTRALIA)

SI ESTÁ criando a un adolescente, es probable que se sienta identificado con los padres citados arriba. Antes, la comunicación iba y venía libremente, como si fuera una carretera en la que el tránsito fluye en ambas direcciones. Pero ahora parece que la carretera está bloqueada. “Cuando mi hijo era un chiquillo, solía bombardearme con preguntas —dice una madre italiana llamada Angela—. Ahora soy yo quien tiene que iniciar la conversación. Si no lo hago, pueden pasar días sin que tengamos ni una sola charla significativa.”

Al igual que Angela, usted quizás haya descubierto que su hijo, que antes era tan comunicativo, se ha transformado en un adolescente arisco. Todos sus esfuerzos por entablar una conversación con él quizás solo provoquen respuestas secas. Usted le pregunta: “¿Qué tal te fue el día?”, y su hijo responde tajantemente: “Bien”. O le dice a su hija: “¿Qué hubo hoy de nuevo en la escuela?”, y ella se encoge de hombros y contesta: “Nada”. Los intentos de forzar la conversación con frases como “¿Por qué no me cuentas algo más?” suelen dar como resultado el más absoluto silencio.

Por supuesto, no todos los adolescentes tienen problemas para decir lo que piensan. Sin embargo, lo que dicen no es precisamente lo que sus padres quisieran oír. “‘¡Déjame en paz!’ era la respuesta más frecuente de mi hija cuando yo le pedía que hiciera algo”, recuerda Edna, una madre nigeriana. Ramón, de México, menciona algo parecido respecto a su hijo de 16 años: “Discutimos casi todos los días. Si le pido que haga algo, empieza a inventarse excusas para salirse con la suya”.

Intentar comunicarse con un adolescente que sencillamente no responde puede poner a prueba la paciencia de un padre. La Biblia reconoce que “resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial” (Proverbios 15:22). “Cuando no sé lo que pasa por la mente de mi hijo, me siento tan frustrada que me dan ganas de gritar”, admite Anna, una madre rusa que está criando sola a su hijo. Justo cuando la comunicación es más importante que nunca, los jóvenes —y sus padres— parecen perder la habilidad de comunicarse. ¿Por qué?

Si quiere leer mas pinche a continuación: http://www.watchtower.org/s/20080801a/article_01.htm

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